Machu Picchu en Perú, santuario donde la tradición incaica late.
Construida en el siglo XV, Machu Picchu está divida en dos grandes sectores: el agrícola que tiene las terrazas de cultivo y el urbano que contiene a las casas y plazas, entre las que se encuentran el Templo del Sol, el Templo de las Tres Ventanas y el Templo Principal. Las construcciones siguen el estilo clásico inca que, para quienes vienen viajando por Perú ya lo conocen: edificaciones con muros de piedra pulidos en forma rectangular unidas entre sí sin el uso de otro material que no sea la misma piedra y sus formas.
Declarada Patrimonio Cultural y Natural de la humanidad por la UNESCO por su carácter de centro religioso, político y administrativo de la época incaica, Machu Picchu estuvo conectada con el Imperio Inca a través del Qhapac Ñan, hoy conocido como Camino del Inca, y una de las formas de llegar al santuario. Para los más aventureros o para los que quieren sentir en carne propia cómo era llegar hasta este lugar para los incas, es la ruta ideal para llegar al Machu. Son 43 kilómetros de senda entre bosques, escalones de piedra milenarios e increíbles vistas entre montañas. Después de 5 días de arduas caminatas y noches de campamento está la recompensa: la famosa Puerta del Sol y sus impresionantes vistas de las ruinas de Machu Picchu, el punto de vista más lindo para fotografiar de todo el santuario. Para quienes optan por una llegada más tranquila, se puede ir de Cusco hasta Aguas Calientes –el pueblo justo debajo de Machu Picchu– en tren y luego de Aguas Calientes en ómnibus hasta la entrada del santuario.
Una vez dentro, reina la paz y hay algo que invade hasta el espíritu de los más escépticos con una calma y una conexión con algo que está más allá de esta tierra. Donde sentirse chiquito en este mundo no resulta extraño y donde la pregunta de cómo lo hicieron aparece en cada vuelta de la esquina. Si el clima está despejado vale la pena subir al Huayna Picchu, la gran montaña dentro del parque que otorga esas grandes vistas desde las alturas y donde se entiende mejor la estructura de la ciudad creada por los incas. Atención aquí que la subida es por escalones empinados, sólo se permite el ascenso de un máximo de 400 personas por día y el ascenso demora 45 minutos.
Una vez dentro del Machu Picchu, reina la paz y hay algo que invade hasta el espíritu de los más escépticos con una calma y una conexión con una energía que está más allá de esta tierra.
Agradecemos colaboración de imagen de Abraham Osorio.
-Revista ALTA-